
EL MOLINETE Y LA CORRUPCIÓN (UN PROBLEMA CULTURAL)
INFORMACION17/09/2024 Por N. Barreiro (fuente Clarín)
En el Aleph de Borges, está el relato de un mexicano que se asombró cuando descubrió que en las estaciones del subte de Estocolmo hay un molinete por el que se puede pasar sin pagar, que nadie usa. Y le preguntó a la mujer que estaba a cargo de la estación qué función cumplía. –Es para que lo usen los que no tienen para pagar el pasaje –le respondió. –¿Y si pasa alguien que tiene el dinero para pagar? –Si tiene el dinero, ¿por qué razón usaría ese molinete? –preguntó asombrada. Pregunta lógica la de la mujer El mexicano se dijo que en su país no se podría hacer porque no existe la educación que tienen los suecos. En la Argentina tampoco.. ¿Es cuestión de plata o de educación? .Veamos. Gente educada con plata suficiente para pagar un viaje en subte, ¿pasaría por el molinete libre o apoyaría su SUBE en el que le va a cobrar el viaje? .Al menos dudaríamos, ¿no? Si todo los hacen, ¿por qué yo voy a ser el único idiota que paga? Idiota usado como sinónimo de honesto. La razón por la que nosotros usaríamos el molinete , es por el principio de corrupción que prevalece por sobre el principio de legalidad en la sociedad argentina. Cuando Cristina Kirchner abrió el molinete de las jubilaciones, con plena conciencia de que era un golpe mortal al sistema previsional argentino. muchos no pudieron justificar más de cinco, seis, siete años de aportes, y comenzaron a cobrar lo mismo que los que sí habían aportado al sistema durante treinta o más años. Hay más molinetes gratis o que generan una ganancia que terminamos pagando nosotros mismos. ¿La culpa es de los gobernantes? Seguro. ¿Pero quién los eligió y los volvió elegir? En muchísimos pueblos, grandes, medianos y chicos, en los que la gente se conoce de toda la vida, se repite, en menor escala que en el plano nacional, el perverso sistema de la asociación de gobernantes enriquecidos que no hicieron otra cosa en su vida que dedicarse a la política con grandes, medianos y chicos empresarios contratistas del Estado. En fin, resulta mucho más cómodo adaptarse o, si se puede, más beneficioso subirse a alguno de los molinetes que abre nuestro principio de corrupción.