
EL DUELO
¿Por qué me ha sucedido esto a mí?, ¿por qué se ha ido?, ¿por qué ahora?
INFORMACION12/09/2022 Edgar Ezequiel EspíndolaSon algunas de las preguntas donde el cerebro busca, de forma desgarradora, respuestas ante la pérdida de un ser querido.
El duelo se manifiesta en dimensiones cognitivas, afectivas, fisiológicas, conductuales y espirituales. Es un proceso, no es lineal y presenta grandes altibajos.
El duelo es una experiencia única y universal que todos atravesamos, es decir, es inherente al ser humano. No existen dos duelos iguales, cada duelo tiene un mapa personal y cada persona lo expresa a su modo y a su tiempo.
La noticia de la muerte de un ser querido genera shock, parálisis, aturdimiento mental o bloqueo emocional. Posteriormente, aparecen las fases del duelo: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. No se dan en todos los casos con ese orden, pueden suceder avances, retrocesos y sobre todo, muchos cambios.
Algunos deciden vivir en un luto eterno (perpetuando el dolor), es el duelo denominado crónico o patológico. Otros sufren del duelo “lobo”, es el que se sufre aislado en completa soledad. En ambos casos, aparece la culpa como una herida abierta y esta se transforma en una cárcel mental, es decir, hay un apego al estar tiranizado por el pasado.
Tristemente, no estamos preparados para la muerte (y mucho menos si no es nuestra), pero aun así, algunos profesionales, como Lorena Alonso Llácer, psicóloga, experta en mindfulness recomienda 4 hábitos para quienes están atravesando un duelo: autocuidado, redes de apoyo, dar salidas a las emociones y descubrir el significado profundo (espiritualidad). Acerca de este último punto, el médico, experto en cuidados paliativos Jorge Gómez Calle explica que “interiorizar una buena dosis de espiritualidad es importante cuando se vive un duelo” es decir “tener una conexión con un ser superior es fundamental para percibir compañía, fe, confortación y continuidad de la existencia luego de ocurrida la muerte”.
El duelo, realmente tiene su fin cuando:
~Podemos recordar a quien perdimos sin sentir tanto dolor.
~Hemos aprendido a vivir sin él o ella.
~Podemos generar nuevos proyectos y mirar al futuro, sin olvidar el pasado.
Muchos dicen que el duelo es pérdida, realmente no lo es, ya que no poseemos a las personas que supuestamente “perdimos”. El nacer y el morir son experiencias solitarias. Los demás solo son compañeros pasajeros de esta vida, pero no son de nuestra posesión. Comprender esto, será una verdadera dulcificación para nuestra alma.
Para finalizar, es necesario un “egocidio”, reconocer los límites y admitir que en soledad no se puede salir del túnel. Se puede buscar algún profesional idóneo, algún grupo de autoayuda para pérdida significativa, refugiarse en familiares, amigos, trabajos, estudios, pero, sobre todo, aceptar la realidad (aunque duela).
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