

En los últimos meses, Argentina ha perdido decenas de librerías emblemáticas. La combinación de alquileres elevados, costos operativos, la caída del poder adquisitivo y el cambio en los hábitos de lectura ha acelerado un fenómeno que amenaza el acceso a la cultura.
Según la Cámara Argentina del Libro (CAL), en 2024 las ventas cayeron un 13% en grandes editoriales y hasta un 40% en las más pequeñas. Librerías históricas como Gauderio Libros, Antigua Fray Mocho y Scotti Libros ya cerraron, mientras que en Buenos Aires, locales como Punto de Encuentro y La Cueva sucumbieron ante los altos costos de la Avenida de Mayo.
Carlos Benítez Gibbons, exdueño de Libros de Anarres, explica que la crisis viene desde la pandemia: "Muchos migraron a compras online, y hoy los costos hacen inviable sostener un local". Además, señala la falta de políticas públicas: "Antes, el Estado compraba libros para bibliotecas y escuelas; hoy la cultura parece no importar".
El panorama es desolador: las grandes cadenas dominan el mercado, los precios de los libros son inaccesibles y las editoriales independientes editan cada vez menos títulos. Mientras algunas librerías intentan reinventarse con cafés o ventas digitales, muchas ya no resisten.
El cierre de estos espacios no es solo un problema comercial, sino una pérdida de diversidad cultural. Un país que alguna vez fue referente literario en la región hoy ve cómo se apaga parte de su identidad.