

Leda Bergonzi cuenta que cuando rezaba “hace ocho años recibió la revelación del Espíritu Santo”. “Fue muy fuerte y cambió mi vida, mi mirada. Es algo maravilloso, pero también difícil para los que te rodean que tienen que entender la situación”,Leda impone sus manos a cada uno de los fieles que hacen fila. Les habla en lenguas indescifrables, les susurra a los oídos. Muchos caen al suelo. Otros tantos, aseguran que fueron curados de enfermedades corporales y malestares espirituales. “A veces hablo en arameo, pero nunca aprendí ese idioma. Son lenguas espirituales. No soy yo la que habla”, explica.“Nosotros vamos recibiendo testimonios a lo largo de la semana de hermanos que reciben sanaciones de todo tipo y es un cambio de vida. Es la fe que tenemos que clamar más que a la sanidad. Si ustedes tienen fe todo puede cambiar”, dice mientras canta. Esa oración cantada, que tiene el acompañamiento de dos guitarristas, se extiende por casi una hora. Leda cierra los ojos, entona los salmos, cuyas letras se reproducen en una pantalla para que los fieles también los canten, y habla. Lanza frases sobre la fe, la necesidad de creer.El fenómeno que encarna Leda Bergonzi hace recordar a muchos de los fieles con lo que ocurrió hace más de dos décadas con el padre Ignacio Peries, que convoca a miles de personas a la parroquia Natividad del Señor. A él también le adjudican poderes sanadores, aunque como Leda, Ignacio, dice no tenerlos. “Mucha gente usa el calificativo de cura sanador. Es un término muy complicado. Nadie sana, nadie tiene el poder de curar; quien lo tiene es el Señor”, dijo hace unos años el padre Ignacio, que por año recibe a un millón de personas en su parroquia del barrio Rucci.





Champagne en Marbella: otra postal de la cultura del poder


NI PUEBLO NI NACIÓN SOLO MULTITUD DE CHORROS Y MOTOCHORROS
